Bien buscado lo tuviste, M. Hidalgo: cubriste medio México con tus campanazos y anatemas hacia los gachupines; te doblaste, lloraste, pereciste, te hicieron héroe, lo eres, lo fuiste, pero ahora eres Santo Padre de la Patria para unos, pero, ellos, ¿por quién doblan las campanas?