Un lugar sin límites (soberbia)
Lady Frufrú vivía de cabaret en cabaret,
buscando nuevos fans por las noches
hasta en el chalet,
promocionando sus bellos vestidos,
su curvilínea figura,
quitándole maridos a mujeres
de misas de martes por la tarde,
creyéndose la misma diosa
de la diversión,
del corazón,
pero con el secreto de ser un caballero
y no una mujer;
aquellos fueron otros tiempos,
otras noches,
la Calaca menos avisada nomas escuchó
el nombre de Frufrú
y se fue directo al burdel,
pero encontró a un Raúl
guardando pelucas en un baúl,
esta extrañada no supo qué hacer,
pero de ahí no quiso salir vacía,
le dijo a aquel que si a cuánto la peluca,
este se río y se la regaló porque la veía
fea
pelona
y flaca;
y que le pinta las chapetas rosas,
y que le delinea los más hermosos labios carmesí,
y que la perfuma con todos los olores dulces del amanecer,
y que le dice: “Eres más bella que la puta de Raquel”;
así la Muerte feliz salió volando
con pelos rubios flotando,
feliz y contenta por el día aquel.
Sopita de coditos (avaricia)
¡Puuu’!
¡Que tú ni madre tienes, Paul!
El día de tu muerte
te pudiste haber salvado
con pagarle a la Calaca algún centavo,
pero te dolió el codo
y por eso te fuiste mucho a la…
donde te hayan llevado.
El vaquero Romel (envidia)
Todos los días,
quejándose de la pobreza
deseando tener lo del vecino,
lo del cura,
o hasta lo del chino;
ya sea gritando
o robando,
el vaquero Romel
no se quedó así.
Un día vio a un peregrino
en sucia túnica negra
lo agarró del brazo
para robarle a aquel,
pero se vino
el huesudo miembro de él,
y la fiera Calaca se río
porque ese fue el último día de Romel.
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