Los amigos.
Cosa necesaria, o innecesaria.
Los amigos, fieles, o enemigos.
Los amigos son el néctar dulce, o néctar amargo desagradable.
Te abren los brazos para convidarte amor,
te abrazan con sus oscuras alas para estrangularte por repugnancia.
¿Dónde está el verdadero cariño?
¿A dónde fueron los años de suave rocío?
Parece que nunca tuve amigos,
o será que mis amigos no tuvieron uno en mí.
¿Estoy mal?
¿Están mal?
¿Acaso esas rosas de la amistad ya se marchitaron con la edad?
Díganme, oh, amigos, enemigos, lo que sean:
¿siempre fui así o me he convertido en lo que crié?
Qué desazonado, qué mala suerte,
qué impura sensación tan abyecta...
[...].
O un misántropo, o un anacoreta;
o un amargado, o un desgraciado;
o un confundido, o un soberbio;
¿qué soy? ¿Qué no soy?
¿Necesitaré un psicólogo para atender mis demonios existenciales?
Qué hago, qué hago...
Soy un ser tan confundido,
solitario,
crápula,
con todos y con nadie,
así, acomplejado,
más que las nubes que nunca se regocijan en un sólo lugar,
vuelvan, vuelan,
vienen de aquí y allá y acullá,
se disipan,
se transforman,
para volver a hincharse,
oscurecerse,
y luego desaparecer,
sin que nadie haya agradecido su humedad...
[...].
¿Será el impío avance tecnológico?
¿Será que la filosofía se casó con el nihilismo?
¿Será que la vida ahora está forjada de acero, cables
y emociones digitales?
Qué hago, qué hago...
Solo, tan solo,
me pierdo entre mis instintos,
no encuentro a un amigo para vida o la muerte,
ni yo soy uno para nadie;
oh, remolino de la existencia, trágame,
absorbe cada célula y molécula etérea de mi ser,
no dejes nada,
chupa hasta la médula,
haz que el Olvido se olvide de mí,
mientras los demás encuentra la fama,
la riqueza,
el amor,
y los millones de seguidores que tanto deseaban,
porque,
lisonjero,
me creí el héroe de esta historia,
pero terminé siendo el villano,
y ahora,
fracasado
me quedo solito en este triste llano.
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