Entro al bar, huele a orines, y tus labios carmesí besan a otro. Entro al bar, la mesera se está fajando al trailero, y tus labios púrpuras también. Entro al bar, la fiesta está muy buena, tanto que tu labial azulado se pierde con los demás. Y yo, terco, vuelvo a entrar al mismo bar, apesta a orines…, pero es mi casa, mi escritorio, con una nota que dice «Olvídala y deja de tomar».
Excelente! Ese remate me encantó
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¿Un buen recordatorio, no? Ja, ja, ja, ja.
¡Saludos, Franco! Gracias por pasar por aquí 🙂
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