Aquella noche la tierra
Absorbió tu cuerpo.
Lloré riscos,
Y quise poblarte
Con arados y lágrimas.
Las estrellas vinieron y se fueron.
Mi mirada seca refulgió en aquel túmulo,
Esperando a que la amante volviera
Con el regalo que tanto esperaba.
Y no.
Grité a los cielos y a sus astros,
Pedí clemencia con jades y rubíes
Que se resbalaban de mis manos.
La tierra ahora agrietada,
Mi piel de papel, ajada.
*
Supe por ahí,
Bebiendo ardientes tristezas,
Saboreando cuerpos y sutilezas,
Que allá lejos apareciste,
Con un rey extranjero,
Diferente a mí,
Que nada tengo.
Y ahora el vacío es más grande.
Me gusta esto:
Me gusta Cargando...
Relacionado
Bueno, hablando en términos agronómicos, el poema tal vez nos induzca a pensar, siempre en sentido figurado, en una mala cosecha o en una siembra inadecuada; algo que induce a la tristeza pero que también nos hacer ser más creativos al haberlo experimentado.
Me gusta como aparece expresado. Obliga a pensar y eso siempre es bueno.
Muchas gracias por compartirlo.
Un saludo.
Me gustaLe gusta a 1 persona
Primero que nada, gracias Daniel por tu excelente comentario y por tomarte un tiempo en leerme.
Este es un poema bastante personal, con lenguaje (agronómica/bucólicamente) figurado, tal como lo dedujiste. No recuerdo bien de qué musa se trató para romperme el corazón e inocularme con esta agridulce inspiración que me sirvió para escribir Agronomía insufrible, pero, vaya, no fue ésta la primera ni la última, así que estos versos se los dedico a toda experiencia infructuosa de mal de amores; o, quizás, algo más allá que eso: la impotencia de haber tenido algo, que terminó en un hado fortuito, y ahora su recuerdo proviene del presente de otras bocas, que no es la de esa persona otrora amada, u objeto o privilegio que alguna vez se tuvo la gracia de disfrutar con ardor.
Espero que sigamos teniendo este diálogo literario que comenzaste. Feliz año.
Saludos.
Me gustaMe gusta