El ocaso de los dioses es noticia vieja, momificada entre textos y mentes radicales, hoy en día al borde de ser obsoletos. Pero, ¿dónde quedó el judeocristianismo? Principalmente esparcido entre la iglesia ortodoxa rusa y el vaticano italiano. ¿Dónde está el budismo? Ya en todo el mundo, es el neo-cristianismo —por llamarlo de forma juguetona mas imprecisa—, una moda creciente que de nuevo clava la longinus al estado romano, el cual suspira esperanza hacia un nuevo orden, sea este budista o una teología sincrónica, puede que con influencias de la nueva era.
El súperhombre es el microdios que tanto se ha esperado, pero irónicamente este “súper” ente siempre ha existido, sólo se ha hecho unas auto-mejoras, actualizándose con la realidad que compete díaramente, interpretándola, entendiéndola, modificándola y finalmente creando una nueva, todo con sentido antropormofizador, divino y profano al mismo tiempo.
No obstante, la agonia, el sufrimiento que desgarra a nuestros pulmones, amotina a nuestro espíritu y deja enclenque a nuestra alma; cada vez somos “mayores” en nuestro concepto de progreso y transcendencia…. Pero… ¿Qué pasó con los dioses? ¿Qué habrá pasado con esos ojos brillantes y barbas frondosas que nos controlaban con mandamientos o rayos llenos de fulgor mortal? Si somos su imagen y semejanza, o somos parte de su ser, de su materia, moléculas, células, energía, espíritu; entonces… ¿Sufrieron, sufren o sufrirán el mismo destino desesperante de no saberlo todo? ¿De no saber de dónde provienen? ¿Cuál es el maldito origen de todo? Al igual que la bastardía constante que sentimos los microdioses del planeta tierra, ellos sufren de depresión constante, menos o más, siguen con la misma enfermedad, el virus que la consciencia nos inyecta.
Estar conscientes que posiblemente estaremos solos para cuando necesitemos respuestas.
Y tendremos que valernos de nosotros mismos… O en crear otras existencias, para así entender más, entendernos más.
El Prozac de los dioses es la creación, la interminable ansia de crear, avanzar y expanderse, tal vez en una lucha constante de quién es mejor o más grande, quién conoce más o se desconoce menos; no obstante, dentro de este orden resurge caos tanto terrenal como cósmico.
¿Para qué el Universo crea gases, meteoritos, planetas, satélites naturales, soles, galaxias, materias oscuras, blancas, verdes, doradas, rojas (…), hoyos negros y otros posibles universos? ¿De dónde proviene todo esta osadía de crecer descomunalmente? ¿Para qué sirve o servimos?
La religión es parte del Prozac de nuestros ancestros e incluso de nosotros. Posiblemente los dioses tengan su propia religión, hasta se podría fácilmente profetizar que los científicos adoran al dios Ciencia, mientras en un futuro, como la alquimia a la química, los silogismos, epistemologías e ideologías muten hacia otras disciplinas y dogmas, forjando una nueva ontología del ser humano.
Crear es avanzar, ya que las cosas en sí no nos enseñarán su verdadero significado, así que, a aceptarlo, lo que podemos sentir a veces es más correcto de lo que podemos interpretar.
Si los bastardos en este mundo son los que más poder contienen al momento de la búsqueda de sentidoen su vida, entonces el humano en general es un bastardo con la fuerza y responsabilidad de encontrarse y encontrar a sus padres biológicos o ideológicos, pasar del antropocentrismo al verdadero y duro ser divino, sea este cósmico o más allá de los polvos estelares que podemos respirar.
Sin emabrgo, al hablar de depresión, no necesariamente significa “estar enfermo”, solamente es un conducto que nos empuja a caminar, sea a donde sea, pero siempre con la finalidad de evolucionar y extenderse, no importa si es en una realidad virtual, o en nuestra realidad, lo necesario es ser y hacer, pescando una trucha, besando a la persona que amas, o viajar al espacio o por el tiempo. O crear todo esto en otro espacio artificioso.
Ser.
Hacer.
Crear.
El trivium antidepresivo de los dioses.
Ser.
Hacer.
Crear.
Da igual el orden en que se ejecutan, todos tienen que fungirse utcumque enim, no matter what.
Si los dioses egipcios nos hablaron del más allá, Dionisio del placer, Prometeo del crear y saber, Yahvé de la vida, Jesús de la esperanza y el perdón, y Buddha del ser, entonces, como buenos psicólogos y psiquiatras, nos enseñan a aminorar esto que nos acongoja, seguir sus pasos a la trascendencia perpetua que muchos seres de consciencia tienen como oficio en esta realidad.
Si sufrimos depresión, tomemos esta como una herramienta, algo mucho más que una penosa enfermedad.